Este, seguramente, fue un diálogo imaginario:
- ¿Y si unimos sostenible a otras palabras como para desorientar un poco?
- Dale, pero podríamos hacer lo mismo con sustentable.
- Si, buenísimo.
- ¿Y si a las personas que duermen en la calle le decimos que están en situación de calle?
- Y a los pobres, en situación de pobreza... así no suena tan duro.
- Hagamos una cosa, no reconozcamos que hay problemas, sino problemáticas.Alex Grijelmo (periodista y autor de Defensa apasionada del idioma español) señala que no hay nada más democrático que el idioma. Explica que los cambios en el uso se manifiestan, primero, en el pueblo, en el habla cotidiana. Luego suben a la academia que los registra, coloca en el diccionario y les atribuye un significado.
Este mecanismo es constante porque la lengua es un ser vivo. Muta y se transforma conforme lo hace la vida. Pero ¿qué sucede cuando los cambios provienen desde arriba? ¿Cuándo es el poder el que impone nuevas formas de llamar a las cosas? ¿Cuándo el eufemismo reemplaza a la cruda realidad?
Un día los pobres ya no son pobres, sino que están en situación de.... Los problemas tampoco son problemas, sino problemáticas (que es un adjetivo). ¿Qué se supone que hay que pensar con éstas palabras? Ahora hizo su entrada la intervención: de repente aparecen desde casas hasta pantuflas intervenidas. Y esto ya da la pauta de un plus, no sólo en el precio sino en el valor conceptual, aunque todavía no queda muy claro.
El poder impone discursos y relatos. Siempre fue así. Además de las políticas económicas, culturales y sociales hay políticas discursivas que marcan un rumbo en el pensamiento. Lo importante, en todo caso, sería poder discernir entre los neologismos (que surgen en el pueblo) y las deformaciones intencionales.
Según la RAE, sustentable significa: "Que se puede sustentar o defender con razones". Difícilmente esto lo logre la arquitectura, el comercio, el turismo, el deporte o a cuanta rama de la actividad humana quieran tildarla de sustentable.
Los medios son los primeros que replican los vicios e incorrecciones. El uso del lenguaje supone una reflexión, aunque a veces pareciera que no hay tiempo para eso